La administración tiene a su disposición tecnologías que permiten rastrear y seguir a los ciudadanos. Estas técnicas de monitorización permiten conocer las acciones que la persona realiza en sedes, tanto físicas como electrónicas. Para lograr esta finalidad, se emplean diferentes tipos de dispositivos: algunos son generalmente conocidos por los usuarios, como el wifi, bluetooth o las cookies; mientras que otros no lo son tanto, como los sistemas de fingerprinting o el giroscopio de los terminales. El uso de estas tecnologías en locales físicos, en sitios web de la administración o a través de aplicaciones móviles puede ofrecer, con dimensiones desconocidas hasta la fecha, un perfilado exhaustivo de los ciudadanos y extraordinariamente invasivo. La normativa de protección de datos impulsa que se realicen estas prácticas solo con rigurosas medidas de seguridad, incluida la ciberseguridad, implementadas con anterioridad al inicio de la actividad y mantenidas o actualizadas a lo largo del tiempo.