CV Carolina Leverón periodista y comunicadora especializada en creación de co...
Kilima 127 Agosto 2020
1. Queridos amigos:
En varias provincias, se quejan de que se mueren los presos en la cárcel. Y no es
de extrañar, porque no les dan de comer. Los que son de cerca son alimentados por sus
familiares, pero los que son de lejos dependen de lo que puedan recibir en la cárcel el día
que haya rancho y de la solidaridad entre los mismos presos. En general, los presos se
quejan de que pasan días sin comer y sin recibir cuidados médicos. Y a pesar de todo, con
motivo de la Navidad el Presidente concedió una amnistía y salieron muchos presos, pues
bien, muchos de ellos
decidieron volver de
nuevo a la cárcel porque ya
estaban acostumbrados a
esa forma de vivir e
incluso han cometido
pequeños hurtos para que
les vuelvan a encerrar
porque en sus casas no les
han recibido después de
tantos años pasados a ”la
sombra” o se encuentran
en peores condiciones que
en la misma prisión.
Increíble.
Ayer fui a consolar una familia porque les habían anunciado la muerte violenta
del hermano de la mujer de la casa. Le encontraron medio sumergido en el rio, con los
brazos cortados y sin ojos. Según la creencia popular, los chinos pagan caro por el líquido
de los ojos y por cualquier parte del cuerpo que se pueda reimplantar en otro cuerpo
humano. Los presuntos agresores han sido detenidos.
2. Eran dos, amigos de la víctima, a quienes les habían ofrecido, según cuentan,
13.000 $ por esas partes del cuerpo humano. Este es un signo más del desconcierto que
estamos viviendo.
De hecho, durante esta temporada se han
dado casos de desapariciones de menores, a los
que les volvían a encontrar pasados unos días,
sin ojos, arrojados sin vida en alguna espesura de
los alrededores. En Lubumbashi la televisión ha
mostrado a tres jóvenes detenidos a quienes se
les acusa del rapto de una veintena de menores a
los que les tenían encerrados en sus casas y que
han sido liberados por la policía. Tres de las
chavalas de una edad no superior a los 14 años,
estaban embarazadas.
A pesar de estar ya muy entrados en el
siglo 21, todavía existen algunas costumbres
ante las cuales la policía cierra los ojos para no
enfrentarse a las creencias y prácticas de algunas
tribus que podrían provocar desórdenes públicos
por prohibirles ciertas acciones que dicen ser necesarias para la estabilidad de la tribu.
Antiguamente, cuando moría un jefe y los notables estaban reunidos para buscar
un sucesor, la gente procuraba siempre
andar en grupo porque sabían que si
caminaban en solitario peligraba su vida
ya que algunos desconocidos podrían caer
sobre ellos y hacerles desaparecer para
siempre porque los curanderos
necesitaban preparar un buen guiso con
los testículos y el corazón de la víctima
para reforzar la vida del nuevo Jefe.
Y en otra tribu, que no está muy
lejos de donde resido, el elegido debía
tener relaciones sexuales con su madre, lo
cual es el sumun de las prohibiciones,
para que de esa forma estuviera por
encima de todas las prohibiciones, para
que nada ni nadie pudiera superarle.
Después ya no volvería a ver más a su
madre, que tenía que vivir en un lugar
alejado para no encontrarse con su hijo.
El Congo es un país tan grande que,
si no es en una parte, será en otra, pero
nunca faltan los follones. En una
provincia que está a unos 1.000 km de distancia, los pigmeos se han sublevado porque se
veían despreciados por los otros negros y han cogido la revancha. Son gente que está
3. acostumbrada a la caza y a andar sigilosamente, siempre provistos de sus arcos y de
sus flechas envenenadas y con ellas han matado 30 habitantes de un gran poblado y han
conseguido que la gente
les tenga miedo. Hace que
muchas familias se
marchen a otros pueblos.
Y además han actuado
sádicamente porque no se
contentaban con aniquilar
a jóvenes o adultos, sino
que en varios casos han
matado a quienes
encontraban en las casas, a
los padres y a los
pequeños que estaban junto a ellos.
El Gobierno dice que va a tomar medidas para apaciguar los ánimos, pero eso lo
lleva diciendo desde hace unos años y la situación no ha cambiado.
Pero una vez más tengo que deciros que afortunadamente todo eso está ocurriendo
lejos de nuestra zona. Aquí estamos en calma, no hay disturbios, aunque tampoco nos
libramos de la inseguridad ciudadana, porque los que actúan, incluso armados, son gente
que en realidad están en la cárcel, pero el director les libera para que actúen por su cuenta
siempre y cuando las ganancias se repartan a la vuelta a sus celdas. Salen por la noche y
vuelven luego a sus celdas, de esta forma nadie les puede inculpar porque se supone que
están en la cárcel.
Últimamente, 80 de ellos han sido trasladados a una prisión lejana para evitar que
sigan actuando de esa forma. Se teme por su vida porque rara vez alimentan a los
prisioneros y hay muchos que mueren en las cárceles. (Otros dicen que fueron más de
4. 300, aunque oficialmente hayan hablado de 80, que fueron trasladados maniatados a una
prisión que se encuentra en plena selva, de la que es difícil escaparse y al no recibir ni
alimentos ni atención sanitaria, irán desapareciendo poco a poco sin que le culpen al
Estado de ser quien les haya asesinado. Al estar alejados de su residencia normal, sus
familiares no tendrán noticia de ellos y de esta forma no se enterarán si es que fallecen.
Dicen que eran los que salían por las noches y cometían toda clase de barbaridades).
Pero a pesar de esos desplazamientos la inseguridad continúa, especialmente en
Lubumbashi, donde hace
unos días, unos militares
armados intentaron asaltar
un convento de las
religiosas benedictinas y
una de ellas tuvo tiempo
para avisar de lo que pasaba
al jefe de la policía, quien
envió una patrulla y en
cuanto llegaron, los
asaltantes estaban todavía
en el interior y se entabló un tiroteo entre los dos bandos hasta que los militares
consiguieron huir sin que hubiera ninguna pérdida humana.
En algunas provincias del interior, la comida está por las nubes como
consecuencia de las guerras pasadas con los famosos Kamuina Nsapu del Kasai, que
generalmente eran niños y jóvenes, por lo que la gente no pudo cultivar los campos y se
vieron cortadas las carreteras, destruyeron también las escuelas y ahora los niños no
tienen un lugar en el que estudiar.
El Gobierno promete paz
y prosperidad, pero nada cambia.
Hay un malestar general, en
Kinshasa, los médicos están en
huelga porque no reciben sus
salarios, en muchas provincias los
maestros han seguido el ejemplo
por las mismas razones, pero el
Gobierno dice que todo marcha
viento en popa y no se puede
protestar porque eso está
considerado como una revuelta
contra el poder ya que las palabras
del presidente son consideradas
como que tiene valor de ley y aunque cueste creerlo, muchos países occidentales alaban
las conquistas del nuevo Presidente y le animan para que siga en la misma dirección
Aquí seguimos siempre en Viernes Santo sin llegar nunca a la alegría de la
Resurrección. El Gobierno decretó que la enseñanza sería gratuita y la gente recibió las
noticia con gran alegría, pero el Presidente no se dio cuenta que había muchos maestros
que no estaban mecanizados y que por tanto no recibían ningún salario del Gobierno sino
de las cuotas que tenían que pagar los padres. Ahora que habla
5. de la gratuidad, los padres se han negado a pagar y no creen en las explicaciones que dan
los maestros, los cuales han decidido pasar a la acción y se han declarado en huelga.
Otros han decidido que
sus alumnos les paguen por la
corrección de los cuadernos si
quieren recibir la puntuación en
los boletines, otros les hacen
trabajar los campos de los
maestros, algunos se
manifiestan por las calles y
también hay quienes prefieren
inscribir a sus hijos en las
escuelas de pago porque en ellas
nada ha cambiado y los alumnos
estudian con normalidad ya que
la norma era para las escuelas públicas. Follón, tras follón y siempre follón.
Teóricamente estamos en paz, pero no podrán decir lo mismo los que viven en la
zona Este del país, que son víctimas cada día de las incursiones de militares que entran
desde Ruanda o Uganda y se vuelven a marchar después de haber asesinado a unos
cuantos congoleños. Incluso los militantes de la oposición temen por sus vidas o por sus
bienes porque se han dado casos de hogares de militantes que se han incendiado por la
noche, sin conocer las causas que lo han producido, ocasionando la muerte de uno de
ellos.
Es difícil conocer la verdad, porque hay quien dice conocer bien lo que ocurre y
habla de que se trata de militares congoleños que se hacen pasar por milicias extranjeras
y son pagados por gente que vive en Kinshasa, incluso generales del ejército nacional que
están interesados en mantener un clima de inestabilidad política de la que salen
beneficiados porque eso les permite traficar con minerales que explotan en el Este del
país. Puede ser verdad, porque llegaron a detener al que fue el comandante en jefe del
ejército de tierra porque estaba vendiendo armas y municiones a los guerrilleros que
combatían a su propio ejército nacional. Increíble, pero cierto.
Al principio había surgido como un rumor, pero se fue haciendo cada más
insistente y el número de los que me contaban lo que yo creía que no era sino una fábula,
fue en aumento y no tuve más remedio que aceptarlo como una posible realidad, aunque
sin terminar de creerlo con firmeza.
Os cuento lo que pasó. El suceso ocurrió en Lubumbashi, a 125 Km. de nuestra
parroquia. Cuando fallece una persona, tienen por costumbre reunirse en torno a la familia
del fallecido, sus parientes, amigos, vecinos, gente conocida o que simpatiza con el
sufrimiento de los familiares de la víctima, sobre todo si su muerte ha sido violenta, como
ocurrió en este caso ya que dos días antes habían intentado robar en esa casa unos hombres
armados, vestidos con uniformes de la policía, que dispararon porque opusieron
resistencia tratando de defender sus bienes y mataron al padre de familia.
6. La policía habla siempre
de “bandidos que iban vestidos de
policías” pero la gente cree que se
trata de auténticos policías y de
hecho puede ser verdad porque en
este caso, el gobierno les dio una
cantidad de dinero para que
celebraran el duelo, cosa que no
lo hace nunca cuando se trata de
muertes normales.
Serían como las nueve de la noche. Había un grupo de gente, alrededor de una
fogata para ahuyentar el frío de la noche, cuando llegó una furgoneta con policías
armados. Se extrañaron de su presencia, pensando que quizás serían los que estaban
patrullando por los alrededores y querían conocer el porqué de aquella reunión nocturna,
pero de malas maneras comenzaron a exigirles el dinero que llevaban encima. Algunos
pusieron resistencia ante semejante
atropello y se negaron a obedecer.
La policía volvió a insistir y viendo
la negativa de los allí presentes,
abrió fuego y mató a uno de los
amigos de la familia. Después, a
montar en su furgoneta y
desaparecieron.
Los jóvenes del barrio se
rebelaron, hicieron manifestaciones,
pusieron barricadas, encendieron
neumáticos en algunos cruces para mostrar su descontento y por la inseguridad de la que
eran víctimas y terminaron por destruir el despacho de la policía del barrio.
Hasta aquí, todo me parecía normal. Hechos semejantes han ocurrido
desgraciadamente con relativa
frecuencia y no me extrañaba, pero lo
que más me impresionaba era saber
que tuvieron que hacer una cotización
especial para enterrar el cadáver de la
víctima. Habían decidido enterrarle en
un cementerio que está muy alejado de
la ciudad, ya que si le llevaban al que le
correspondía se exponían a que los
militares llegaran por la noche,
desenterraran el ataúd, tiraran el
cadáver en una especie de lago que hay
en las cercanías que dicen que está
plagado de cocodrilos para que ellos se encarguen de hacer desaparecer el muerto y
después, cogían el ataúd y se lo llevaban para venderlo para el próximo “cliente”.
Un abrazo.
Xabier