1. Queridos amigos:
Tenemos dos culturas diferentes. No sólo se trata de la diferencia del color de la piel,
sino que nuestra forma de pensar tampoco coincide. Una Congregación de religiosas que reside
en la parroquia, había elegido su convento como centro de formación de las postulantes o
novicias. Llegaron un grupo de nueve chicas jóvenes de diferentes provincias para seguir los
consejos de la encargada de su formación, tendrían unos 20 años, y todo se desarrollaba con
normalidad hasta que un día una de ellas enfermó seriamente víctima de una fuerte depresión.
La llevaron al hospital. El médico que la trató la prescribió un montón de medicinas y
mucho reposo. Sin embargo, les advirtió a las monjas que si su enfermedad se prorrogaba más
del tiempo previsto tendrían que actuar de forma diferente. Pasaron los días, las semanas y los
meses y la enferma continuaba en la misma situación y entonces las monjas le pidieron su
parecer al doctor que la había tratado y éste les dijo que no podría hacer nada por la enferma y
que su curación dependía de su regreso a su familia. Según su opinión, alguna persona de su
entorno obstaculizaba el que pudiera continuar su formación religiosa y tendrían que buscar en
su casa quién sería esa persona y ver la forma de arreglarse con ella, de lo contrario tendría
serias dificultades en su vida.
Después de varias reuniones familiares, descubrieron que quien estaba destinado a
recibir la dote por el casamiento de esta chica, se oponía a su ingreso en la vida religiosa ya
que no estaba dispuesto a contentarse con tener a una sobrina religiosa y quedarse sin la dote
que le correspondería. Le echó una maldición y es eso que provocó la fuerte depresión que fue
la causa de que abandonara la vida religiosa.
Una vez arreglado el conflicto, la chica ha recobrado la salud, pero no creo que intente
de nuevo regresar a la vida religiosa. Hace falta tener mucha personalidad para enfrentarse a las
desavenencias familiares.
En las afueras de Likasi hemos preparado un lugar para el culto de la Virgen. Es una
colina, en cuya cima se he colocado una cruz que se ilumina por las noches y hace como guía
para los que vienen de Lubumbashi, ya que se encuentra sobre la carretera que une Lubumbashi
con Likasi. Es un lugar que queda a desmano de todas las parroquias, pero la gente es muy
devota de la Virgen y es frecuente encontrarse con fieles que han venido a este lugar a pasar la
mañana o una buena parte del día, a rezar ante la imagen de la Virgen, que se encuentra en un
alto, casi en la cima de la colina, donde han erigido una pequeña capilla en su honor.
2. Al pie de dicha colina se ha levantado una especie de tejavana en el que se encuentra el
altar y varias veces al año nos juntamos en este lugar para celebrar la Eucaristía en honor a la
Virgen, especialmente en el mes de Mayo y en Octubre, o a la ocasión de algún acontecimiento
extraordinario, como podrían ser las ordenaciones sacerdotales.
También este año nos íbamos a reunir para
clausurar el mes del rosario celebrando una misa
concelebrada por todos los curas de Likasi y la
asistencia de los fieles de todas las parroquias. El
acontecimiento iba a tener lugar el último sábado del
mes de octubre. Pero dos días antes, atacaron la capilla,
derribaron la Virgen y le cortaron las manos. El hecho
causó una fuerte indignación en todo Likasi y el Obispo ordenó cerrar el lugar mariano y
comprar una nueva imagen para reemplazar la que había sido mutilada.
La nueva imagen iba a costar 3.200,00 $. Se dividió la cantidad por el número de
parroquias, teniendo en cuenta la situación económica de cada una de ellas y en la colecta del
primer domingo se consiguió recoger lo necesario para la compra de la nueva imagen. La gente
es muy generosa y se privará incluso de la comida para que la Virgen siga protegiendo y
reinando sobre Likasi.
Nadie sabe quiénes fueron los autores de dicha profanación, pero “dicen” que fueron tres
personas enviadas por un pastor de una de las numerosas iglesias que se han levantado
últimamente. No sé por qué, pero a las sectas les molesta la presencia de la Virgen y ya han
atacado en diferentes ocasiones. El pastor, quería cortar las manos de la imagen para que los
fieles no recibieran las bendiciones de la Virgen, pero como consecuencia de esta acción, uno de
los malhechores murió a las pocas horas, otro se volvió loco y el tercero está desaparecido.
Nadie le puede encontrar. El pastor se ha quedado sin fieles en su iglesia ya que todos se han
escapado, y si no hay fieles no hay colecta y si no hay colecta no hay dinero que entra en su
bolsillo y ha tenido que cerrar su capilla.
En esta situación de profunda miseria y total necesidad, hay casos que me dejan sin
habla. Vivimos en un país que es cinco veces España y donde las guerras son constantes en
alguno de los lados de la misma, sin que la paz verdadera se haya conocido desde hace muchos
años. Hace unos años, en una provincia del interior se producían enfrentamientos entre las
diferentes tribus que la habitaban. En uno de esos ataques murieron los padres de unos niños,
que pudieron salir vivos de la contienda porque
se escondieron y aprovechando las sombras de la
noche huyeron hacia otros lugares más saludables
recorriendo más de 1.000 Km hasta llegar a
nuestra zona en la que pretendían encontrarse con
los abuelos, que seguramente se harían cargo de
ellos, o al menos eso era lo que pensaban. Eran
dos, uno de unos 14 años y el otro podría tener
unos 8. Recorrieron muchos kilómetros a pie. A
veces se subían a un camión que les facilitaba
acortar su recorrido, pero a pesar de las ayudas de
algunas personas de buena voluntad, el pequeño cayó enfermo y murió.
El mayor siguió adelante y después de muchos meses de duro caminar, consiguió llegar
hasta Likasi, donde comenzó a preguntar a unos y otros para dar con la dirección de su abuelo.
Por fin, consiguió encontrarle, pero cuando le contó la odisea y la muerte de su hermano, el
abuelo le dijo que no le creía, ya que tenía que haber muerto con su hermano y si se encontraba
vivo era señal de que era un hechicero y de que él no podía albergar a un hechicero en su casa,
luego no tendría otra solución que la de buscar un refugio por su cuenta.
3. Llegó a oídos de un maestro la odisea de este chaval y se ofreció a pagarle la escuela y
darle de comer, pero no podría alojarle en casa porque eran muchos y no tenía sitio. El
compañero de pupitre le dijo que no se apesadumbrara porque
hablaría con su padre y seguramente podrían compartir la cama, cosa
que así fue, y estudió de esta manera, incluso llegó a la Universidad
y con la ayuda de las Mercedarias de Bérriz terminó la carrera de
medicina.
Hoy es una persona agradecida que no olvidará las atenciones
que ha recibido y de recién casado, ha querido acoger a un niño
abandonado en su casa para que también otros puedan gozar de la
suerte que él ha tenido.
Nuestro sacristán es un caso parecido. Es una persona mayor que ya ha “colocado” a
todos sus hijos. Estos se han casado y han ido a vivir por su cuenta. En casa, ya sin los hijos,
vivían los dos solos, el marido y la mujer.
Un día el párroco les llamó porque habían llegado a la parroquia dos hermanos que
huían de las matanzas y persecuciones de su zona. El párroco le preguntó si no podría ocuparse
de ellos. Les llamó aparte y les dijo: “Si queréis vais a vivir conmigo, pero no soy rico. Cuando
yo coma, vosotros comeréis y cuando yo ayune también vosotros ayunaréis”. Y así han ido a
vivir con él y todos los hijos mayores están de acuerdo con la actitud de los padres y les ayudan
cuando tienen posibilidades. Este año ingresarán en la universidad, algo que jamás lo hubieran
conseguido de haber permanecido en su pueblo.
No es que la generosidad sea el denominador común de todas las familias, pero cuando
sabes que muchos no pueden continuar los estudios por falta de medios económicos, que tienen
muy difícil el alimento de cada día, que tienen que dormir sobre el suelo o sobre un sillón por
falta de camas y que tengan la capacidad de albergar en “su casa” gente desconocida que
implora socorro, es desconcertante y una lección para todos nosotros que hablamos mucho del
Evangelio pero perdemos ocasiones para ponerlo en práctica.
Precisamente ayer, iba a tener
lugar una reunión-conferencia
preparada por la escuela de
enfermeras, a la que iba asistir el
Rector de la Universidad de
Lubumbashi y varios catedráticos.
Estaba anunciada para las nueve y
a las doce me marché porque
todavía no habían llegado. Me
pareció una falta de respeto
demasiado grave para que les
pudiera aguantar. Parece que llegaron a Likasi y se entretuvieron con el alcalde, sin importarles
demasiado el compromiso adquirido con la escuela. Así marcha el país, pero todos quieren un
Congo grande, pero sin cambiar cada uno sus formas de actuar.
Un día, una madre, a quien la conocía desde hace muchos años, vino a verme para
contarme que su hijo estaba enfermo y no quiere visitar un médico. Quería que yo hablara con él
y le convenciera de lo que tenía que hacer. Así lo hice. El hijo es también mayor, padre de
numerosa familia y a quien también le conocía desde hacía tiempo. Hablé con él, pero no le dije
de dónde provenía la información. Me aseguró que no se sentía enfermo, pero al decirle que
alguien se interesaba por él, se quedó mosca y pensó que alguien le quería embrujar. No quería
marcharse del despacho sin saber de dónde provenía la información. Entonces me di cuenta que
4. estaba pensando que alguien le quería “matar”. Si le llego a decir que era su madre, la hacía
buena, porque normalmente les acusan a las madres de querer actuar negativamente contra sus
hijos.
Fue a hablar con el médico, vino a verme otro día acompañado de su mujer, no podía
pensar que alguien que le quería bien se interesara por su salud. Pasó por todas las
prescripciones que le preparó el médico y afortunadamente todo salió bien, pero ha quedado
preocupado sobre quién podría haberme hablado de esa manera con respecto a su salud.
A pesar de las prohibiciones que he impuesto a los críos de casa y del vecindario para
proteger los frutales, no hago carrera. Ahora son los alumnos de la escuela los que me asaltan
constantemente. Le cogimos a uno y le quitamos el jersey que llevaba puesto. Tenía que venir
su padre a recuperarlo. Resultó que era de Lubumbashi y estaba de paso. Total que me he
quedado con el jersey. Más tarde cogimos a tres
alumnos de nuestra escuela, con los que hicimos lo
mismo. Para no tener esas prendas en casa se las
llevé al secretario de la escuela y a los tres días
vinieron los padres. El castigo era que tenían que
traerme 10 manzanas cada uno en compensación por
las que me habían comido. Me dijeron que era un
castigo muy duro dadas las circunstancias
económicas del momento. Ellos me proponían que
con cinco podría valer y al final quedamos en que
trajeran siete para que sus hijos continuaran en la escuela. Al final sólo me han traído seis y eso
es lo que hemos aprovechado de su cacería.
Lo malo es que la afición siguió creciendo e incluso venían por la noche a coger los
frutos. Yo no intervine, la gente trató de cogerles pero se escaparon aprovechando la oscuridad
de la noche. Al final, los críos de casa me suplicaron que recogieras todos los frutos que
quedaban en el árbol para que todos pudiéramos estar en paz, y es eso lo que he hecho. Es una
pena, porque los frutos no eran mayores que el tamaño que puede tener un huevo, pero un año
más me ha quedado sin comprobar si las manzanas podrían alcanzar el tamaño normal o que las
condiciones climatológicas les impedirían su total desarrollo.
Aquí siempre hay algo raro que ocurre. Ahora resulta
que el ejército ha llamado a los jóvenes para ingresar en el
cuerpo, pero no se han apuntado los suficientes y en revancha,
están secuestrando a jóvenes, incluso a plena luz del día,
especialmente a aquellos que van vestidos de forma de llamar
la atención, con pantalones colgando, melenas sin peinarse,
con barba de varios días, y lo mismo lo hacen con las chicas.
Si la familia se entera y consiguen 200 $ rápidamente, los
jóvenes serán liberados, de lo contrario los llevan en avión a
otra provincia para formarles e ingresar por la fuerza en el
ejército. Pero esto mismo pasa en Lubumbashi que en Kinshasa. Ya han comenzado a aparecer
algunos artículos en los periódicos pidiendo explicaciones sobre estas acciones, pero todavía se
siguen dando casos.
Vivimos en mundos distintos, pero intentando seguir al Único Dios Verdadero a quien
escuchamos gustosos sus palabras, aunque luego se nos olviden sus deseos, a la hora de
ponerlos en práctica.
El domingo de Ramos, fui a presidir la ceremonia a una comunidad que vive a hora y
media a pie desde casa. Me habían dicho que la ceremonia comenzaría a las ocho y media y por
si acaso yo había llegado un cuarto de hora antes. Pero me encontré solo, todavía no habían
5. llegado ni los monaguillos ni los responsables de la comunidad. La capilla está hecha de palos,
cubiertos con unos plásticos para protegernos de las inclemencias del tiempo. Nadie tiene reloj,
ni lo necesitan. La gente iba llegando uno a uno y cuando ya habíamos formado un pequeño
grupo nos dijo el responsable que había que desplazarse a la otra esquina del poblado porque la
procesión iba a comenzar allá y seguramente la gente nos estaría esperando.
Fuimos donde se nos indicó, pero no
había sino cuatro mujeres que esperaban
tranquilamente que se acercaran los
monaguillos con sus albas para dar comienzo a
la procesión. Estos habían traído pequeños
ramos en un saco y los iban repartiendo a la
gente que llegaba.
Serían alrededor de las diez cuando el
responsable decidió que había gente suficiente
para comenzar la procesión y dio la orden de
salida. Nos colocaron a todos en fila de a dos y al son de los cantos de la coral comenzamos la
procesión. Todos tenían sus ramos, que los iban agitando a derecha e izquierda al son de los
cantos. Atravesamos todo el poblado apabullando a los tímidos fieles de otras sectas que nos
miraban como con envidia por la marcha que habíamos organizado.
Los vecinos salían de sus casas para ver lo que pasaba y algunas mujeres emitían sus
irrintxis al ver nuestras caras serias concentrados en el recuerdo de lo que celebrábamos. Los
demás no sé lo que pensarían, pero al menos yo recordaba el suceso de Jerusalén y pienso que
sería algo parecido a lo que celebrábamos.
Por fin, llegamos a la capilla y continuamos con la celebración, todo con alegría, sin
prisa, con las hostias en un frasco porque no había copón, y para cuando terminó la misa serían
como las doce y media. Nadie estaba cansado, ni siquiera el cura, que ya está preparado para
esta clase de ceremonias. Nos
despedimos y me dieron parte de la
colecta, muy escasa, para agradecerme
por mi desplazamiento. No todos
valen para aguantar este ritmo, pero
yo sigo con esta gente que cree en
Dios pero no ha dejado de lado a los
espíritus ni al hechicero. Todo ello
hace una amalgama que es difícil de
purificar, pero para vivir la vida de
cada día, todo les es necesario.
Luego me llevaron a visitar
una choza donde pude palpar la
miseria de esta gente porque en la
habitación no había un solo mueble y
en una esquina, sobre unos trapos, yacía un chaval como de unos 14 años, mudo, que no se
podía poner en pie, alimentado por una madre a quien le había dejado su marido a causa de esta
desgracia y que vivía como podía cultivando los campos para dar de comer también a los otros
dos hijos que habían quedado en casa.
Me gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero tengo la desgracia de convivir con
una de las tribus más atrasadas del país, capaces de lloriquear por todo lo que les falta, pero
incapaces de remangarse y buscar una solución a sus problemas. Pero muchas veces pienso:
“También ellos son Hijos de Dios” y no me queda más remedio que adaptarme a su forma de
6. ser. Ya ves que mi vida es también muy sencilla, al unísono con la mentalidad de esta gente, sin
reloj que me meta prisa, ni altas elucubraciones sobre el Dios Uno y Trino. No creo que sean
ideas que merezcan comentarse en una
Eucaristía, porque lo que vale aquí no
se puede comprender en otro lugar y lo
que pensáis vosotros también se nos
hace difícil de digerir.
Aunque nuestro nuevo
Presidente no hace sino alardear de lo
bien que marcha el país desde que llegó
a la presidencia, y así lo va publicando
por todos los países por los que pasa, la
realidad es bastante diferente. Para
hacerse querer por la gente, ha
proclamado que la enseñanza debe ser
gratuita, pero no tiene dinero para pagar
a los maestros y éstos se han puesto en huelga, lo cual está considerado como una rebelión
porque es ir contra el gobierno. Los escolares se manifiestan públicamente contra sus maestros
porque no enseñan, la gente está dividida, y como resultado de todo esto es que no hay paz.
Hace tiempo que no sabemos lo que significa esa palabra, aunque es cierto que vamos notando
algunas mejoras en otros campos.
Un abrazo.
Xabier